sábado, 27 de marzo de 2010

Crowd

Es extraño, pero nunca vi tantas mariposas blancas como hace dos semanas, en Coronel Suarez.
We're all back home.

jueves, 11 de marzo de 2010

Traveling

Cuando falleció mi abuela, mamá dijo que quería que la crememos y que la llevemos a las sierras.
En ese momento jamás se me hubiera ocurrido que podía pasar lo que pasó.
Me cuesta decir que mamá murió. Todavía se me llenan los ojos de lágrimas.
Pasado mañana empieza el último viaje con mamá, y esta semana ya me caí en la vía pública, tuve brotes alérgicos y me empecé a contracturar. El cuerpo trata de expresar lo que uno no puede poner en palabras.
No quiero ir a este viaje pero si quiero. Desde lo inconsciente me niego tajante, pero desde lo consciente sé que me va a hacer bien, que necesito las vacaciones que vienen después, que me hace falta... Pero si fuera por mi, mamá no llegaría nunca a las sierras. Me cuesta dejarla. Me cuesta despojarme de ella. Me cuesta soltar... Pero es algo que hay que hacer. Mi vida con mamá ya es parte del pasado, y no hay que aferrarse a lo que ya no es. La única forma de disfrutar del presente es hacer las paces con lo que pasó, por mucho dolor que nos cause.
El problema es que yo sigo sintiendo que el pasado me debe algo, que me debe un rato más de mamá. Será cuestión de que nos sentemos a charlarlo.

lunes, 8 de marzo de 2010

Madame Butterfly

Cuando mamá se puso a hablar con su abuela sobre la muerte, la abuela Catalina le dijo que no se preocupara. "Cuando veas una mariposa blanca, vas a saber que yo estoy ahí, cuidándote"; le aseguró. Pasaron los años; Catalina creció, envejeció, y finalmente dejó su cuerpo atrás. El día que decidió marcharse, mamá vio pasar una hermosa mariposa blanca.
Durante mi adolescencia, mamá me contó la historia de las mariposas blancas. "Cosa de Mandinga", sentenciamos las dos. Imaginen nuestra sorpresa cuando, a principios del año pasado, el día mi abuela se fue, mamá también vio una mariposa blanca. Yo la vi unos días después. Me acuerdo que nos contamos los dos encuentros una tarde, cuando estábamos preparando el viaje para llevar las cenizas de la abuela Rosa. Mamá entraba la ropa de la soga, y charlábamos sobre lo extraño de esa "coincidencia".
Desde que a mamá le tocó irse, yo esperaba a mi mariposa blanca que no llegaba.
Ayer pasamos el día al aire libre. Estábamos sentados a la mesa, almorzando. Charlábamos de cualquier cosa y, de repente, vi que los ojos de Marido se iluminaban. Me dijo "Mirá", casi en susurros. Giré la cabeza y ahí estaba. No era blanca, pero se había posado en la esquina de la mesa, a unos cinco centímetros de mi mano. Se quedó abriendo y cerrando sus alitas casi 5 minutos enteros, y no se fue ni cuando le pasamos las manos muy, muy cerca.
Ya no espero a mi mariposa blanca.
La de mamá, era naranja.


Blurry, pero me olvidé de llevar la cámara