martes, 31 de agosto de 2010

And now for something completely different

Y si, me pasan mil cosas. Y se acabó pasarla boyando en el laburo porque estás quemada. Todo es producción, todo es explotancia, dinamismo y productividad, importada de India.
Mientras tanto hacemos cuentas, y si pago la tarjeta no comemos, y si comemos no puedo estudiar, y si estudio no puedo tener luz en el baño. “Pero hombre, ¡La vida es hermosa!”.
Y mientras pienso que la cabeza no me da para más, por un accidente se le rompe la pata a mi perra. Si, esa perra que si está ansiosa/angustiada/excitada o cualquier adjetivo que denote estado de ausencia de paz, se arranca pedazos. Entonces dolor de pata. Y venda. Y malestar. Y morderse. Y bozal 24/7. Pero vamos, que si la sacamos una vez, esta sale con fritas… ¿O no?
Y evaluando eso, el trabajo, la falta de tiempo, que ahora tengo lugar para tocar a JC pero no tengo luz… Y es lo mismo.
Me encuentro una mañana con un mensaje de texto de mi padre.
Mi padre viudo que escribe por error.
Mensaje de texto destinado a una “so called” amiga, que me llega apenas abro los ojos, cuando enciendo el celular.
Borro el mensaje inmediatamente y repito en un mantra “mequierolvidarmequierolvidarmequierolvidar”.
Pero fijate que no. No me olvido.

viernes, 27 de agosto de 2010

Say it like you mean it

No tengo muchas palabras últimamente.
Tengo ganas de volver a pintar.
Y un taco a medio preparar, para armarme una xilo XL.
Tengo casi tres canciones, y como 20 a medio hacer.
Quiero armar una carpeta con obras para poder empezar a exponer.
"Ah, pero ¿te lo tomás en serio, entonces?", me preguntó una chica en la oficina.
Y no. Por primera vez no me lo tomo en serio, y tengo que abrazar esa idea y no dejarla ir.
Porque si me lo tomo en serio, le cuelgo una cortina de seriedad y persona responsable que me es contraproducente.
Me gusta no saber qué voy a hacer con mi taco pleno, puro impulso, potencial infinito.
Quiero empezar a grabar canciones, y estoy empezando a encontrar mi lugar y mi tiempo.
Y mientras me tomo el tercer Gancia, y empiezo a preparar la cena de hoy, pienso que no está todo tan mal. Que tengo que abrazar esa necesidad de hacer, y dejar de estar en el condicional.

¿Me estaré boicoteando?
It's hard to teach an old dog new tricks...

martes, 24 de agosto de 2010

Hulka fractal

Broncas que generan broncas que generan broncas.
Y mientras me entero de una buena noticia y felicito a los involucrados, se me caen unos lagrimones enormes por todo lo que la noticia implica.
Y logro darle forma y terminar dos grabados de la pila de proyectos... Y me siento plena otra vez, por poder cerrar algo. Tapar los agujeritos, como todo obse. Y lloro por los otros temas pendientes que no quiero cerrar. Y vuelvo a sacar al violoncello del estuche, y no me gusta lo que escucho.
Porque una cosa es saber que mamá ya no está, y otra cosa es que me embista su ausencia cada vez que hablamos.

lunes, 16 de agosto de 2010

El arte, esa cosa

Estoy aprendiendo a jugar, y no es fácil.
No es como te lo pintan en las publicidades: “Yo quiero ser artista” dice el nene mientras toma Danonino y corre con la capa de Superman.
Cuando uno quiere crear, tiene que dejar que las cosas fluyan: Tiene que jugar... Y a mucha gente le surge naturalmente esa descompresión, esa soltura, esa liviandad...
Pero a mi, no.
Yo soy el sargento de caballería del arte. Mariscal de amianto. Tripulante de hormigón.
Me tomo todo tan en serio, que me enrosco en la responsabilidad que me inunda e invade todo lo que hago. Porque esto es serio ¡Habrase visto!
Tiene que ser bueno. De calidad. Brillante. Iridiscente. Inenarrable. Único y perfecto. De una sola vez.
Y ahí está el truco, en esa vocecita de dictador yugoslavo que repite como el pájaro carpintero: “De una sola vez”.
De una. De taquito. Como si nada. Sin ensayo. Sin estudio. Naturalmente. Lo que surja. Sin trabajo. Sin esfuerzo. Sin repensar. Lanzar obra. Expulsar creaciones. Vomitar arte.
Y no nena… Fijate que no es así.
Prueba y error, cariño.
Y Error.
Mucho error. Mucho pifiarle. Romper. Desarmar. Rearmar. Procesar… Y recién ahí, chiquitito y precioso, está el capullo de lo que puede ser una canción. Un grabado.
Algo mío.

miércoles, 11 de agosto de 2010

É pau, é pedra, é o fim do caminho...

Nos mudamos a nuestro dormitorio.
How lame is that?
Llamar mudanza a correr tus cosas unos 5 metros parece broma... Pero se siente Mudanza, con M grande.
Alejarnos un poco del habitáculo paterno. Abandonar la que era mi habitación de la adolescencia, para llegar a un lugar de nueva intimidad... Y poder susurrarnos cosas en la noche sin temor a despertar a nadie.
Todavía faltan cosas.
Después de dos días enteros de morirnos de frío, la calefacción funciona. Y todavía me da miedo que quede la puerta de mi estudio abierta, porque da a la calle y no pusimos las persianas aún. El placard está a medio hacer, y nuestra ropa sigue en el viejo cuarto, y sin embargo... Todo se siente tan propio, tan nuestro. Aunque destiña de polvo blanco y desorden.

Se inaugura la "Temporada de casa". Y la de caza, también.

lunes, 2 de agosto de 2010

Calambre

Como que tendría que ponerme a hacer mil cosas, pero no. Es como estar atrapada. Esa es la sensación que tengo. Atrapada en la inercia... Es como tener un tapón en el potencial. Un bloqueo en el nervio creador. Es como tener una zapatilla trabada en el fondo del lavarropas, atorada, encajada e inamovible.
Siento que debería estar más tiempo en casa, para poder dedicarlo a esas cosas que me hacen bien. Hoy la casa nos queda chica con todas las habitaciones a medio usar, y entonces todo se vuelve mucho más difícil. Si por ocho meses (Si, ocho meses... Una locura) no tuve mi espacio, ¿cómo voy a tenerlo ahora, que hay menos lugar?
Ensardinada. Enlatada. Entumecida.
Es como vivir en un embutido. En una salchicha parrillera fluorescente que nadie quiere comprar.
Seguro que me va a gustar con el tiempo, pero ahora siento la soga al cuello.

La semana pasada, cuando llegó papá a casa, tuve que correr al baño para lavarme la cara. Me había pasado la tarde mirando el diario de mamá y llorando a mares. Tenía los ojos hinchados como un zapo pero, obviamente, los dos nos hicimos los tontos.