domingo, 22 de noviembre de 2009

Volver

Pigmentos, solventes, gesso. Manchas y las manos ásperas. Sentir que todo el trabajo está perdido y volver a empezar. Descubrir que los finales, claramente, pueden ser también principios. Layering. Pastel y mi reciente amistad con el rosa. La espátula que me regalara él. Una paleta más grande. Decidir si sigo con el amor de mi vida o si vuelvo con ese amante ocacional que no tiene cuerpo, con el que tengo que ser más rápida... No hay caso, me gusta quedarme a jugar por horas. Empezar algo nuevo, algo prestado, algo azul. Sonidos graves que nacerán de un abrazo que, espero, será un refugio. El amor como nunca, como siempre.

Es como volver a respirar después de sumergirse en el mar por varios minutos.

martes, 17 de noviembre de 2009

The simple life

Me caso.
Uh-si-quelindo.
Pero es en un mes.
¡Oia!
Faltan mil cosas y todavía no sé qué ponerme.
Salimos de recorrida, 4 mujeres desesperadas en busca del outfit perfecto, porque tiempo para arreglarlo no sé si hay. Siete horas más tarde, encuentran un vestido. Gris, harmoso. Le falta un botón.
¡No es nada! No por nada me dicen McGuiver: El primer día de soledad en casa, le saco todos toditos los botones al vestido y lo vuelvo a guardar. Dos semanas depués, botón en mano, me voy a Lavalle llena de ansiedad.
¡Holaquetalnecesitounbotóncomoestedeacá!
Cuarta mercería. 39º de térmica a la sombra son implacables en Eleven.
Hola querida. ¿Buscás uno como este?
Suena la música de Feliz Domingo, justo cuando se abre el Cofre de la Felicidad. El vestido, Nomarido y yo nos vamos a Bariloche.
Ese mismo. Mismísimo.
Respiro. Al pedo saqué todos los demás, voy a tener que volver a coserlos.
Vuelvo a casa y pasan los días. Tres tardes antes de la ceremonia pongo todos los botones y lo llevo a la tintorería.
*Pffffffffffffffffffff* (ruido de vapor y tintolelo)
¿Y, todo bien?
Quedó bárbaro, gracias.
Clink-caja y vuelta al hogar.
Estiro el vestido sobre la cama, los ojitos emocionados porque ya falta poco, "vos y yo tenemos una cita este viernes" le digo mientras lo estiro, y ahí nomás veo un bultito.
Levanto la falda con miedo a arrugarlo y encuentro un paquete con la marca del vestido, señal unívoca de que ese paquetito había estado ahí todo el tiempo.
Como no podía ser de otra manera, dentro del paquete, había un botón.
Original, tintorereado, chiche bombón.

Silvio Soldán se me rie en la cara y se va haciendo trencito al ritmo de un cha-cha-chá, con una legión de costureritas.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Tadá!

Hacer tiempo es justamente lo contrario. Des-hacerlo. Es como deshilachar un pedazo de tela, como destejer un suéter con varios lavados encima. Hacer tiempo es distraerte para que todo pase más rápido. Hacer tiempo es tirarte pansa arriba y mirar el techo como un idiota hasta que el perro te pida atención.
A veces tengo la sensación de que me pasé la vida haciendo tiempo. Como que todo lo que pasó fue una secuencia de hechos no relacionados que ocuparon un espacio hecho de nada. Como que el tiempo se me escurrió entre los dedos como arena fina, y que ya es tarde para todo.
Otras veces tengo la sensación de que, si cierro los ojos muy, muy fuerte, el mundo va a parar de girar. Y no, nunca para.
Quiero dejar de hacer tiempo. Quiero salir a la calle y correr bajo el cielo estrellado, mirarte a los ojos y sentir, como esta mañana, que estoy haciendo algo. Algo que me hace bien, que me alimenta, que me nutre, que me inunda, que te hace reír. Quiero ser alguien ahora y no sentarme a esperar a la persona que puedo llegar a ser en una hora, tres días, seis meses o quince años.
Quiero dejar de esperar que algo pase y me sorprenda. Deslumbrarme a mi misma. Right here, right now.