jueves, 16 de septiembre de 2010

White carnation

Un clavel blanco en el piso de un parque que te dice hola. Y te dice hasta luego.
Un clavel blanco prestado, perdido. Un clavel interruptus.
Te dejamos un clavel blanco, mamá.
Lloré sal y agua frente al clavel, al verde y las sierras. Lloré tu ausencia y el vacío.
No te hablo allá, mamá.
Creo que sólo te hablo en mi cabeza, en mi silencio.
No creo que escuches.
No creo que estés ahí como en el cielo, siendo espíritu, fantasma o ánima.
Creo que tu esencia está en mi, en mis gestos, en mis genes, en la forma de mis manos, en la cadencia de mi voz. Te siento en los abrazos que me faltan, te beso en las fotos que me cuesta mirar, te respiro en un frasco de perfume que nunca vas a terminar.
Un clavel blanco sobre el pasto. Sobre el rastro de cenizas que el viento no borró del todo después de nueve meses.
Este fin de semana que pasó, volvimos al pueblo natal de mamá.
Le dejamos eso.
Solamente un clavel blanco.