miércoles, 6 de enero de 2010

Diary

Hoy en mi hora de almuerzo salí sola, y no llamé a mamá. Gasté una fortuna en un par de zapatitos verde agua que siempre quise tener, y lloré en silencio mientras volvía a la oficina por Córdoba.
Me olvidé de almorzar, pero tengo un paquete de galletitas y caldo instantáneo, así que voy a ver cuanto puedo tirar con eso. Es como si no quisiera cuidarme más, pero por suerte se me da por momentos. Es eso o no sé por qué no cancelé mi turno con la nutricionista.
Ayer me fui de la oficina en mitad de mi horario y llorando. Me alteré por una idiotez y no pude remontarlo más. Me subí a un taxi y la radio no paraba de hablar de Sandro. Les conté a unos amigos que tengo una teoría: El Gitano vio pasar a la vieja en sueños y se dijo "No me puedo perder a esta rubia", y se fue tras ella.
Una amiga de Padre que vio a mamá sólo dos veces, me dijo: "Mujeres como esa, no se olvidan fácilmente". Para los demás, iluminaba los lugares en los que estaba. Sólo unos pocos conocíamos el costado taciturno, la melancolía, la protesta y el perfeccionismo extremo... Pero aun así se las ingeniaba para ser encantadora.
Delicada, diplomática. Todo lo que yo no supe ser, y más.

Mamá dejó un diario que escribió por más de diez años. Ya voy a juntar coraje para leerlo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Los diarios son únicos y impresionantes. Son la verdad pura de todo. Son sentimiento. Y seguramente tu mamá estara muy orgullosa que lo tengas y que juntes ese coraje para leerlo.

T.Q.M

C.

Fran dijo...

Y mira que Sandro no se equivocaba eh!