martes, 27 de julio de 2010

00:15

Recién empieza el día y yo no me puedo dormir.
No es falta de sueño, para nada. Si pudiera frenar las ideas por un momento, estaría navegando por la quinta nube de Úbeda, abrazada al señor de las arenas... Pero no.
No me puedo dormir.
No me puedo dormir, pero tengo un sueño que me caigo.
Y... Por qué no te dejás de joder con la cajita esa y te acostás de una vez? Si hasta la perra te mira con cara de "Dale, mople. Terminala con el tiki-tiki y dejame dormir" desde abajo de la frazada. Y no. Porque siento que se me va la vida durmiendo.
Es una idea tonta. Bastante precaria, if I may.
"Se te va la vida durmiendo"
Y sé que no es así, porque en mis momentos más lúcidos me pido por favor dormir un rato más, porque sé que si duermo 5 horas dos o tres días seguidos, después soy un paramesio aletargado que apenas puede con su alma.
Y acá estoy, tomando la decisión más brillante de la noche: No desenchufar el coso este, quedarme pegada al chupete electrónico.

Curioso.
Siempre me dijeron que de chiquita, nunca quise el chupete.
Modernidad o regresión. O las dos

¿Y si le pongo Hibernar, qué pasa?

2 comentarios:

Ana María Mesa Villegas dijo...

A veces quisiera opinarte de todo lo que escribes, pero me parecen reflexiones tan íntimas que no puedo... en todo caso, siempre, siempre me gusta lo que escribes... por otro lado, la función de hibernación, al parecer, funciona!
Saludos!!

¨ce_ dijo...

Gracias Ana :)