domingo, 5 de diciembre de 2010

Si me das a elegir

Siempre me gustaron los oleos para pintar. El oleo es todo lo que siempre quise ser.
Es ostentoso, brillante, voluptuoso, sensual, cremoso, suave, erótico y profano, como cada una de mis fantasías de Mata Hari. Pero también es denso, como una melaza hostil de la que no podés salir y no seca nunca. Una porquería grasienta que se te impregna en la carne, en el cuerpo y en la tela como nada en el mundo.
Yo siempre quise ser óleo, vedette, glamour y trufas con chocolate; y caer en la peor de las miserias desde la cima de la gloria.
Y en algún lugar y para algunas personas, creo que lo conseguí.
Se piensan que soy como una exquisita seda con hilos de oro traída de alguna tierra exótica. Como el huevo Fabergé número setenta.
Pero otros saben, y me conocen de verdad.
Saben que soy simple, soluble en agua. Que si bien a veces me aquerencio, es sólo porque me dieron permiso. Que soy una azafata de Scania, pero fragil como una tela de araña. Que las broncas no me duran porque tengo memoria de pez, y que soy bastante más transparente de lo que quisiera.
Sos acrílico, nena.
Bancatelá.

3 comentarios:

Srta Bennet dijo...

Entonces...aguante el acrilico.

besos.

Ana María Mesa Villegas dijo...

Esas dos últimas líneas las pronuncio en voz alta tratando de imitar el acento porque de lo contrario no se entienden... ¡Me-en-can-ta!

Debemos ser un revuelto de ambas cosas, ¿no? a veces densas y a veces ligeras... contradictorias... para unos eso, y para otros aquello... o algunos tienen las palabras precisas que nos disuelven... nuestra contra.

Abrazo!

¨ce_ dijo...

Ditto, Miss Bennet.

Hay, Ana, que tema los acentos... Si habremos caido rendidas ante ellos una y mil veces ;)